La presidencia brasileña del G20 ha presentado la Iniciativa de Bioeconomía (GIB), un proyecto que promete transformar el enfoque productivo a nivel global, cambiando la manera en que las economías mundiales producen, consumen y se relacionan con el medio ambiente.
En este contexto, la bioeconomía surge como un paradigma innovador que promueve el uso sostenible de recursos biológicos, combinando ciencia y tecnología con prácticas tradicionales para generar soluciones económicas, sociales y ambientales. El G20 ha reconocido su potencial para impulsar el crecimiento económico inclusivo, generar empleo digno y promover la equidad en todas las regiones del mundo, especialmente en aquellas con alta biodiversidad y vulnerabilidad climática.
De hecho, durante la reunión del G20 del pasado miércoles, los miembros adoptaron los Diez Principios de Alto Nivel sobre Bioeconomía, un conjunto de directrices voluntarias que reflejan los valores fundamentales de esta iniciativa, y que no solo abarcan aspectos económicos, sino también sociales y ambientales, con un fuerte enfoque en la equidad, la conservación y el uso responsable de los recursos naturales. Estos son:
- Desarrollo sostenible en todas sus dimensiones: La bioeconomía debe contribuir a erradicar el hambre y la pobreza, mejorando la salud y el bienestar, y garantizando la seguridad alimentaria a nivel global.
- Inclusión y equidad: Se promueve la defensa de los derechos de todas las personas, incluidas las comunidades indígenas y locales, con un compromiso hacia la igualdad de género.
- Mitigación y adaptación al cambio climático: Los esfuerzos de la bioeconomía deben alinearse con los acuerdos multilaterales sobre el clima, como el Acuerdo de París.
- Conservación de la biodiversidad: Fomentar el uso sostenible de los recursos naturales y asegurar un reparto equitativo de los beneficios derivados de los conocimientos tradicionales.
- Patrones sostenibles de consumo y producción: Se aboga por una economía circular y un uso eficiente de los recursos biológicos, restaurando ecosistemas degradados.
- Ciencia y tecnología responsables: La bioeconomía debe desarrollarse a través de la ciencia, la innovación y el conocimiento tradicional, evaluando tanto los beneficios como los riesgos.
- Políticas públicas coherentes: El comercio de productos de la bioeconomía debe contar con políticas que promuevan condiciones de mercado justas, empleos dignos y la creación de valor local.
- Criterios transparentes de sostenibilidad: Es necesario utilizar metodologías claras y basadas en la ciencia para medir la sostenibilidad en todas las cadenas de valor.
- Colaboración internacional: La cooperación global es clave para enfrentar desafíos comunes, promover la innovación y compartir las mejores prácticas.
- Enfoques específicos para cada país: Las políticas deben adaptarse a las prioridades y contextos locales, reconociendo la diversidad de circunstancias entre regiones.
El liderazgo de Brasil en la presidencia del G20 está resultando clave para la promoción de la bioeconomía a nivel internacional. Sin embargo, para que esta iniciativa tenga éxito, será fundamental la colaboración internacional y el establecimiento de políticas públicas robustas que promuevan el comercio justo y la inversión en infraestructura verde.
El siguiente paso será transformar estos principios en acciones concretas que beneficien tanto a los países desarrollados como en desarrollo. De lograrse, la bioeconomía podría convertirse en la clave para enfrentar los mayores desafíos ambientales y económicos del siglo XXI, incluyendo el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la pobreza global.