Alemania redefine su política energética, la prioridad será la competitividad industrial

La política energética ha sido uno de los temas clave en la reciente campaña electoral en Alemania, debido al impacto de la crisis energética derivada de la guerra en Ucrania. La subida del precio del gas y la electricidad ha golpeado con fuerza a la industria alemana, cuya producción ha caído más de un 10 % en comparación con los niveles previos a la pandemia.

El nuevo gobierno, liderado por la Unión Demócrata Cristiana (CDU) de Friedrich Merz, ha anunciado que su estrategia priorizará la competitividad de la industria nacional sobre la reducción de emisiones de CO₂. Aunque el partido sigue apostando por la transición energética, ha dejado claro que su enfoque buscará un equilibrio entre sostenibilidad y crecimiento económico. La prioridad será garantizar un suministro energético seguro, estable y asequible para empresas y ciudadanos.

Uno de los aspectos más controvertidos es el posible regreso de la energía nuclear. Tras el cierre de las últimas centrales nucleares en abril de 2023, la CDU plantea la posibilidad de reactivar algunas de ellas o, al menos, investigar nuevas tecnologías que permitan su viabilidad en el futuro. Este giro responde a la presión de sectores industriales que han visto en el cierre de las plantas un factor que ha encarecido la electricidad y afectado la competitividad de Alemania en el mercado global.

Además, el nuevo gobierno planea reducir impuestos en la factura de la luz, tanto para hogares como para la industria. También pretende flexibilizar la eliminación progresiva del carbón, asegurando que las plantas térmicas solo se cierren cuando existan alternativas energéticas suficientes en la red. En el sector del transporte, la CDU y su aliado la CSU buscan revocar la prohibición de nuevos coches de combustión a partir de 2035, permitiendo que el mercado dicte el ritmo de la transición.

El programa energético del nuevo ejecutivo parte de la premisa de que la protección del clima debe estar regulada por el mercado, a través del comercio de emisiones y un sistema de precios para el CO₂. Esta visión contrasta con la del gobierno anterior, liderado por el socialdemócrata Olaf Scholz, y marca un cambio de rumbo en la estrategia ambiental de Alemania.

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