La UE no está preparada para una nueva crisis de gas, según un informe del Tribunal de Cuentas Europeo

Dado que la UE importa más del 80% de su gas natural, la seguridad del suministro de gas es crucial para su bienestar y prosperidad.

Por ello, el Tribunal de Cuentas Europeo ha publicado un informe en el que examina si el marco político y las medidas de la Unión Europea en apoyo de la seguridad del suministro de gas de los últimos años han sido eficaces. El informe nace con un doble objetivo: contribuir a la desvinculación del gas ruso por parte de la UE y reforzar los esfuerzos por lograr la neutralidad climática para 2050.  Sin embargo, las conclusiones no son nada halagüeñas.

El Tribunal de cuentas no solo alerta de los grandes retos que tendría que afrontar la UE si tuviera que enfrentarse a una nueva crisis de gas como la producida tras la invasión de Ucrania por parte de Rusia, sino que también destacan la falta de solidaridad entre los países de la unión y el carácter incompleto de la seguridad del suministro de la UE.

La UE adoptó una serie de medidas de emergencia para contrarrestar la utilización del gas como arma por parte de Rusia, tras la invasión de Ucrania, consiguiendo reducir gradualmente las importaciones de gas procedente de Rusia hasta el 45% de todas las importaciones de gas en 2021. Sin embargo, eso trajo consigo una crisis de suministro que produjo una crisis de asequibilidad: en 2022, los precios mayoristas del gas alcanzaron un máximo de 339 euros por megavatio hora, cuando en agosto de 2021 eran de 51 €/MWh. Aunque al final de 2023 la UE se había diversificado con éxito para desvincularse del gas ruso y los precios se estabilizaron, a comienzos del presente 2024, ya alcanzaron los niveles anteriores a la crisis.

Los auditores aseguran que los beneficios de las acciones de la UE no siempre han sido claros. “No se ha podido acreditar el impacto de las medidas puestas en marcha”, sentencian.

Por ejemplo, durante la crisis, la UE alcanzó su objetivo de reducir en un 15% la demanda de gas. Sin embargo, los auditores no pudieron determinar si esto se debió únicamente a las medidas adoptadas o también a factores externos como los elevados precios del gas o el invierno cálido que vivió Europa.

Igualmente, se cumplió la obligación de llenado de las instalaciones de almacenamiento de gas a escala de la UE. Incluso, se superó el objetivo del 90%. No obstante, las cifras reflejan los niveles normales de almacenamiento antes de la crisis. Tampoco puede evaluarse la eficacia del tope impuesto al precio del gas en la UE, ya que los precios han seguido siendo mucho más bajos desde su introducción.

Con vistas al futuro, los auditores concluyen que la UE debe consolidar su marco de asequibilidad del gas. También advierten de que muchos Estados miembros siguen siendo reacios a firmar acuerdos bilaterales de solidaridad, llegando incluso a plantearse cortar el suministro de gas a un vecino en respuesta a una emergencia.

También señalan que, para asegurar el suministro de gas a largo plazo aún hay tareas pendientes, como denotan la mayor dependencia de las importaciones de gas natural licuado (GNL) y la necesidad de descarbonizar una parte de su consumo de gas.

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