El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente hacía público el pasado mes de abril el informe “La Evaluación Global de la Bioeconomía: Esfuerzos Coordinados de Políticas, Innovación y Sostenibilidad para un Futuro Más Verde” centrado en la bioenergía, los productos químicos de base biológica, los plásticos de base biológica y los materiales macromoleculares de base biológica (textiles y papel) en conversión técnica, destacando los recursos, las rutas técnicas dominantes (figura 1), los desafíos y las perspectivas.
El informe destaca que la bioeconomía es un campo floreciente que atrae cada vez más la atención del mundo académico, la administración y la industria, a pesar de que reconoce que sigue siendo difícil encontrar una definición precisa y científicamente unificada de qué es la bioeconomía, más allá del hecho de que se basa en productos e industrias biotecnológicos que pretenden reducir la dependencia de los combustibles fósiles para obtener energía y materiales industriales.
Cada región del mundo ha puesto en marcha distintas políticas de fomento de la bioeconomía, aunque el informe identifica cuatro tendencias claras en las políticas mundiales que resultan decisivas para configurar el futuro del sector de los productos de base biológica: políticas de divulgación del carbono del ciclo de vida, políticas comerciales, políticas de transformación digital y políticas de fijación de precios del carbono y créditos de carbono.
El informe hace hincapié, además, en que la bioeconomía, impulsada por el desarrollo sostenible de los recursos biológicos, repercute en los patrones de uso de la tierra y la biodiversidad, ya que la demanda de bioproductos y biocombustibles está cambiando las prácticas de uso de la tierra y la agricultura, llegando al punto de poder competir con la producción de alimentos y afectar a los ecosistemas naturales. De ahí que se exploren prácticas sostenibles, marcos reguladores y una cuidadosa planificación del uso de la tierra para garantizar la sostenibilidad.
Entre las estrategias que se identifican para garantizar que la protección de la biodiversidad y la bioeconomía puedan coexistir y ofrecer oportunidades de negocio, fomentando el crecimiento económico y desarrollando productos de base biológica, destacan:
- la mejora de la eficiencia de la tierra
- la reducción del uso de fertilizantes
- evitar la deforestación a gran escala
- promover otros servicios ecosistémicos
Asimismo, se recalca que el desarrollo sinérgico de la economía y la ecología puede proporcionar condiciones sostenibles para la bioeconomía y la supervivencia humana, ya que los productos de base biológica y la bioenergía ofrecen ventajas para mitigar el cambio climático en diversas industrias, sustituyendo a los materiales no renovables y los combustibles fósiles, al tiempo que utilizan biomasa residual.